viernes, 8 de junio de 2007

TESTIMONIO DE AMOR

"Al final solo cuenta el amor. Mi camino como sacerdote, músico y peregrino", es el libro que acaba de publicar Wolfgang "Amadeus" Wackerbauer.

Este libro de 280 páginas da cuenta del trajinar vital del autor durante sus últimos años en Alemania y en el Perú. Es un diario personal que descubren a un ser humano que trata de ser fiel a Dios a partir de su lealtad consigo mismo.

Sin lugar a dudas, un libro revelador en el Perú de hoy.

He aquí unos fragmentos.

Dedicatoria

Dedico este libro a mis hermanos sacerdotes. A los que viven el celibato con convicción y están en pleno servicio de los demás, para quienes son una verdadera bendición; irradian mucha felicidad y parecen incansables.
A los que, a lo largo de su vida, perdieron su entusiasmo y no transmiten mucha alegría, pero siguen fieles con sus obligaciones sacerdotales, aunque se sientan muchas veces frustrados y agotados.
A los que no soportan la soledad de la vida célibe y viven una relación amorosa que no pueden manifestarla, porque no quieren perder su trabajo en la Iglesia; y que, en ocasiones, se sienten inconsecuentes a causa de su doble vida.
Y, finalmente, a todos los que –al igual que yo– se casaron y fundaron una familia, y se atrevieron a un nuevo inicio lleno de riesgos; sufriendo a veces por no poder trabajar como sacerdotes. Espero que un día todos los sacerdotes, uno al lado del otro, puedan vivir su vocación sacerdotal en la Iglesia: vivir y ser testigos del amor de Dios y ayudar a los demás a entregarse a ese Gran Amor.


Abreviaciones y explicaciones:
• A, B, C, D: las cuatro comunidades de nuestra parroquia.
• E: la parroquia vecina.
• CP: Consejo Pastoral.
• PC: Pastoral Carcelaria.
• MTA: «Mater Ter Admirabilis» («Madre, tres veces admirable», el título con el cual la Virgen es venerada por los miembros del movimiento de Schönstatt que están en una «alianza de amor» con María).
• SMJ: Juventud Masculina de Schönstatt.
• Moz: Mozart-Gymnasium, el colegio en Würzburg donde enseñé religión de 1982 a 1994.
• AvH: Alexander-von-Humboldt-Gymnasium, el colegio en Schweinfurt donde trabajé de 1994 a 2002.
• Heilig-Geist: la parroquia del Espíritu Santo, en Würzburg/Dürrbachau donde trabajé de 1983 a 1994.
• Monte: Montefiascone, Italia, a orillas del Lago di Bolsena.
• Recohaus: Recollectiohaus Münsterschwarzach donde pasé tres meses, de enero a abril del 2003.
• XIV: la Basílica de Vierzehnheiligen, el Santuario famoso de los 14 santos, en la región de Franken, que es meta de numerosas peregrinaciones.
• Tau: la cruz de San Francisco que tiene forma de la letra «T» del alfabeto griego.
• Primavera: mi libro «Peregrino en la Eterna Primavera» («Pilger im ewigen Frühling»), publicado al año 2005 en Trujillo; allí cuento de mi despedida de Alemania y de mis primeras semanas en Trujillo.

(…)

2003

• 31.10. – 2.11.2003: Mi infancia y juventud se reviven
Es el último día de octubre: día del santo Wolfgang. Llevo la documentación de las peregrinaciones anteriores a mi amigo Siegfried. Él quiere tomar las providencias para que la peregrinación hasta XIV, que organicé nueve veces, continúe después de mi despedida. Todavía no es claro de qué manera sigue la peregrinación hasta Asís, pero parece que algunos de los peregrinos, sobre todo Rita, están muy interesados en que este camino no se pierda. Para mí es un gran alivio saber que las peregrinaciones de los años pasados, que fueron los momentos más importantes de mi pastoral en Schweinfurt, sigan guiadas por personas responsables. Siegfried me dice, en esta última conversación, que yo influencié en su vida como nadie, aparte de sus padres. Yo, por mi parte, le digo cómo admiro su entrega entusiasta a los jóvenes. Cuando al final nos abrazamos, el corazón me duele, porque nuestros caminos deberán separarse. Pero es probable que encontremos nuevas posibilidades de vivir nuestra amistad en los años siguientes. Porque no dejo este mundo, sino me encontraré en otro punto distante. ¡Vamos a ver! Me dirijo a Frammersbach donde me espera mi mamá Hedwig, la primera mujer en mi vida. Ella quiere mimar a su primogénito y único hijo varón en el día de su santo, antes de nuestra despida. Ella, junto a mi papá Franz, quien murió el 13.12.1996, educó a mis hermanas Bárbara (Bärbel), Maria, Gertraud y a mí. Con toda la energía de su corazón se entregó para despertar en nosotros, sus hijos, el amor hacia Dios, la Madre Celestial y la Iglesia Católica, y así crear un fundamento estable para nuestras vidas. Mis padres, con su compromiso ejemplar en la parroquia, me animaron a entregarme también a la iglesia. Lo hice primero como acólito y organista, luego en la SMJ de Würzburg. Por medio de mis experiencias positivas en la familia y en la SMJ, donde estuve acompañado por sacerdotes paternales, se despertó, tal vez, mi vocación al sacerdocio.
Con mis compañeros de primaria (1959 – 1963) hicimos un viaje al río Mosela. Viajamos también a Trier, una ciudad fundada por los romanos, que para mí es particularmente interesante, pues en el año 1972 hicimos nuestro viaje de promoción a ese lugar. Así, los primeros 19 años de mi vida se reviven en este último fin de semana en Alemania: la casa de mis padres, el jardín, la primaria y el colegio. En la noche del domingo voy al cementerio para visitar el sepulcro de mi papá Franz. Antes de acostarme me dirijo a mi querido templo de San Bartolomé, a pocos pasos de mi casa paterna. Me gusta pasear en la oscuridad del interior. ¡Espíritu Santo, aleja la gran tristeza y desanimación que siento en mí y regálame tu gozo y fuerza!, rezo para mí.

• 3 de noviembre: Despedida de Frammersbach y del bosque Spessart
El lunes me despierto antes que suene el despertador, como casi siempre en las últimas semanas. Los miedos de la despedida me atormentan, las preocupaciones y las preguntas me inquietan; no sé si podré atreverme a dar este gran paso. Acepto estos sentimientos, pero al mismo tiempo tengo otros impulsos. Hoy repito siempre una frase de mi canción del «Pequeño Abraham» –la compuse en el año 1994 cuando, con mucha tristeza, tuve que despedirme del Moz y de Heilig-Geist–, como una promesa que Dios me hace en cada momento: He aquí mi mano que te lleva, te protege y te guía hacia el fin de tus caminos. Después tengo la fuerza necesaria para empezar este nuevo día. Encuentro una carta de mi tía Elfriede, de julio de 1980. Entonces me encontraba en un estado de ánimo parecido al de hoy; una especie de depresión, y mi tía me alentó con sus palabras. Ahora releo esta carta, escrita por parte de una mujer que en su vida pasó muchos sufrimientos, pero nunca perdió la fe en Dios que es su ánimo de vivir. Al final escribió: Somos sólo huéspedes en esta tierra y caminamos sin descanso, con varias angustias, hacia nuestra patria eterna, palabras de una canción alemana que se canta muchas veces en las misas de despedida. Con mi mamá hago una breve visita a nuestro querido vecino Walter que está muy mal de salud y se encuentra al cuidado de su esposa Anni. Cuando me despido de él, intuyo que ya no nos veremos más en esta tierra. Luego me dirijo a mi lugar preferido: la capilla de la Cruz en el bosque. Allí rezo en silencio y luego paseo un momento por el bosque. Encuentro a Franz y Gundula, su esposa; ambos son médicos y hace poco tiempo estuvieron por países del tercer mundo para prestar sus servicios a los más pobres. Charlamos un momento acerca de nuestras experiencias, un compartir de tres personas del pequeño pueblo de Frammersbach, quienes se dirigen hacia al gran mundo para ayudar a los demás. La misa en la noche me emociona mucho, justamente en este día se recuerda a San Martín de Porres, uno de los santos peruanos. Las lecturas bíblicas hablan del amor a los pobres. En mi homilía canto mi canción del «Pequeño Abraham» que es una huella importante en mi vida (ver: prefacio). Cuando, después de la comunión, cantamos la canción «Ich will dich lieben, meine Stärke» («Quiero amarte, mi fortaleza»), no puedo evitar mis lágrimas. Después me despido de mis amigos, quienes me solicitan informarles de vez en cuando de mi vida. Al final, un largo abrazo para mi mamá; ambos lloramos mucho.

• 4/5 de noviembre: Despedida de mis muy queridas hermanas
El martes empiezo a preparar las maletas, siempre tengo que decidir de nuevo: ¿necesito eso o no lo necesito?. En la noche visito a la «Pilgermama» («la mamá de los peregrinos»), una de mis mejores amigas de los últimos años. Mientras tomamos un buen vino, ella me cuenta las etapas más difíciles de su vida: cuando tenía 14 años su papá murió en sus brazos; tenía casi 50 años de edad cuando su esposo murió inesperadamente. En los últimos años, con mucha entrega, cuidó a su mamá enferma hasta su muerte. Otra experiencia dura para ella fue que una de sus nietas nació discapacitada, con el Síndrome de Down. En los últimos tiempos tuvo problemas graves de salud lo que dificultó su gran hobby que era el peregrinar. Es lo más importante para ti, Wolfgang, –esas palabras me las dice con mucho énfasis– que nunca pierdas tu paz interior, suceda lo que suceda. Un día después, llamo al Consulado Peruano para enterarme de los trámites de mi visa, pero no saben nada. En ese momento me siento preocupado y muy nervioso. Suplico que aceleren los trámites, pero hasta la noche no hay noticias. En mi interior los sentimientos luchan como pocas veces en mi vida, pero al mismo tiempo hago un nuevo acto de abandono en Dios: Señor, tú me has guiado por este camino nuevo, ahora ayúdame para que todo salga bien. Mi mamá me llama informándome que en el nuevo número de la «Basis» (periódico del movimiento schönstattiano alemán) hay una síntesis de mi libro «Paso» con comentarios muy positivos, esa noticia es como un rayo de esperanza para mí. En la noche celebro mi última misa en el hospital de San José, guiado de las Hermanas del Redentor; por ocho años fui el responsable de las misas y el acompañante espiritual de ellas. En la celebración se reviven muchas experiencias de los últimos años en esta casa donde, por primera vez, vi la luz del mundo el 11.7.1953. En las Vísperas hay palabras consoladoras: Los que siembran entre lágrimas, cosechan entre gritos de alegría. Se van llorando los que siembran la semilla, pero regresan cantando, trayendo sus gavillas (Salmo 126). Después de la misa me despido de cada una de mis queridas hermanas. Particularmente difícil es mi separación de la hermana Wilhelma, quien ayudó en mi alumbramiento y me cuidó durante la primera semana de mi vida. ¡Tanto tiempo trabaja en este hospital...! Siempre cuando me encontraba, tenía para mí palabras que me daban ánimo; además de algunas palmadas en la espalda o en los pompis (sólo a ella le permití tales licencias). Me dirijo a Würzburg para encontrar a mi hermana Gertraud. Ella me regala el CD con mis canciones que grabamos la semana pasada. Lloramos mucho, pues no nos veremos, ni podremos hacer música, quizás por mucho tiempo. Los conciertos con ella –nuestra cantautora–, con mi primo Andi y con Johannes, fueron puntos culminantes de los años pasados que han profundizado nuestra amistad. Muy tarde en la noche sigo hasta la casa de mi mejor amiga. El pensamiento que mañana será nuestro último día común, después de tres años maravillosos de una profunda relación de amistad, nos llena de tristeza y derramamos muchas lágrimas. ¡Dios mío!, cuánto lloré en estas últimas semanas en Alemania y ya me pregunto si soy un llorón. Pero luego recuerdo que hubo periodos de mi vida donde por años no lloré nunca y pensé que ya no era capaz de llorar. Todo tiene su tiempo.

(…)

2007

De mi carta múltiple 13 – final de enero del 2007
Hace poco un primo me escribió que tiene la impresión de que mi vida se ha vuelto más tranquila y normal. Así es: encontré mi estilo de vida y lo vivo muy consciente. Es una vida bastante retirada y tranquila con mi pequeña familia y con la familia grande. Soy muy feliz con Susana y José Patrick, mis tesoros más grandes. Mi hijo pronto va a cumplir un año, en esta oportunidad queremos bautizarlo. Tengo mucho tiempo para hacer música y para leer.
En los últimos tres meses terminé mi nuevo libro para que pueda ser impreso, sea en alemán, sea en castellano. He trabajado mucho en eso y ahora me siento muy contento con el resultado.
Poco a poco hay nuevos contactos: por un lado me visitan amigos de mi ex parroquia, por otro conozco a más personas de nuestro vecindario y también a nuevos músicos.
En el «proyecto Amadeus» Eddy y yo estamos haciendo un taller de flauta, de cuatro semanas. Participan 10 niños –edad media 11 años– todos muestran mucho entusiasmo. El trabajo con los niños me gusta y me trae recuerdos de mi tiempo de profesor (1980 – 2002).
A partir de la semana siguiente voy a hacer un curso de introducción a la guitarra; Carlota, una colaborada de mi ex parroquia (ver: 10.7.2005), me lo había solicitado. Al menos 4 personas van a participar. Otros cursos van a seguir pronto, además, varias personas quieren clases particulares para aprender el piano y otros instrumentos.
Ahora quiero contarles las experiencias más bonitas de estos últimos tiempos:
Dos veces Eddy y yo subimos el cerro Cabras; para Eddy fueron las primeras subidas de su vida, para mí ya las subidas 17 y 18 a mi querido cerro que puedo ver muy cerca desde la ventana de mi cuarto de músico.
El 14 de diciembre, junto a Eddy, Konstantin y 10 personas de mi ex parroquia, peregrimamos hasta Otuzco para visitar a la Virgen de la Puerta. Necesitamos 12 horas para los 35 kilómetros con 2000 metros de disnivel. Muy duro, pero, a la vez, maravilloso. Tuve algunos encuentros interesantes con otros peregrinos, entre ellos Pilar, una chica de 24 años, proveniente de Chimbote.
El 20 de diciembre hicimos una celebración pre-navideña en nuestra terraza. Eddy, Konstantin y yo tocamos unas canciones alemanas, con saxo, violín y acordeón. Más tarde Romeo, Randy y Miguel tocaron canciones peruanas para la alegría de los 20 invitados (entre ellos Cecil, una alumna suiza de 17 años). Así me imagino los encuentros en nuestra terraza: amigos que hacen música, y, al mismo tiempo, comparten sus vidas y sus sueños.
El 20 de enero pude realizar un sueño que tuve por mucho tiempo: subir (después de dos intentos no logrados) el cerro Campana (tiene 1,000 metros de altura), el cual puedo ver en toda su belleza majestosa, desde la terraza. Esta vez estuve mejor preparado para esta caminata larga y dura (necesitamos 12 horas, al igual que la subida a Otuzco). De los 6 participantes (entro ellos Eddy y Konstantin) sólo dos (Felix y yo) logramos la cima. Para los demás la última subida hasta la cresta fue demasiado inclinada y fatigosa, además, tenían miedo de las arañas y serpientes venenosas. La cima del cerro Campana es bastante ancha y ofrece una vista panorámica excelente. Además, hay muchas flores (por ejemplo violetas azules), pequeños cactus, piedras redondas que pueden servir como sillas, y rocas que protegen del viento: todo sumado, un lugar ideal para hacer una fiesta de montaña. El cerro Campana es muy interesante para los biólogos, porque tiene plantas de las tres regiones climáticas del Perú: costa, sierra y selva. En los días anteriores a la subida descubrí un artículo de Coelho, con el título: «Manual para subir montañas», con las siguientes consejos: ¡Alégrate cuando llegues a la cumbre, llora, da palmas, grita a los cuatro vientos que lo has conseguido!... ¡Deja que el viento purifique tu mente, refresque tus pies sudados y cansados, abra tus ojos, limpie el polvo de tu corazón¡ ¡Qué bien! Lo que antes era sólo un sueño, una visión distante, ahora es parte de tu vida, lo has conseguido. ¡Aprovecha que has descubierto una fuerza que ni siquiera conocías y dite que a partir de ahora la usarás durante el resto de tus días!.. ¡Cuenta tu historia, da tu ejemplo! ¡Di a todos que es posible! Y otras personas sentirán entonces el valor para afrontar sus propias montañas. La subida exitosa me ha dado mucha nueva energía que ahora me lleva, me impulsa y me hace feliz. Desde hace poco empecé nuevamente con el vóley, pero con otra gente que no toma tan en serio el juego (como los otros vecinos con quienes jugué antes). Además, juego de tal manera que no hago daño a mis viejos huesos. Lo importante es que juego y por eso me siento más joven. Además, mis dos tesoros más grandes me mantienen en mi estado primaveral.
El 22 de marzo viajaré a Alemania para participar en la 12ava peregrinación hasta Asís. Estoy muy contento por eso.
Una adjunta actual: justo en esta noche (27 de enero, poco después de las cinco) un fuerte temblor estremeció nuestra cama, nos despertó abruptamente y nos asustó mucho. Luego –mientras Susana estaba con el bebé– pensé para mí: sí, es verdad: un terremoto más fuerte (que en nuestra zona siempre es posible) podría destruir en un momento nuestra casa y todo lo que poseemos. ¡Sería horrible! Pero suceda lo que suceda: nunca podemos caer de las manos de Dios. Él es nuestra roca segura que nos protege para siempre.

De mi carta múltiple 15 – final de mayo del 2007
En los últimos tres meses –desde el final del febrero– muchas cosas sucedieron; lo más importante fue mi participación en la 12ava peregrinación hasta Asís, donde encontré a compañeros a quienes no veía, desde hace muchos años. Muchas veces agradecí de corazón a Dios por todo lo que me fue regalado en este camino que empecé en el año 1996, con doce de mis alumnos. También esta vez participaron en la mayoría jóvenes, ¡qué tesoros preciosos son ellos! En este camino se me aclaró nuevamente mi misión: puedo ser inspirador, sobre todo por medio de la música, pero no se trata sólo de la música, sino de la vida, una vida en plenitud (ver: Jn 10). Para mí fue importante que también en Alemania y en Italia me haya sentido como en mi casa, al igual que en el Perú, mi nueva patria. Quien se ha encontrado a sí mismo, puede sentirse en casa, dondequiera que se encuentre.
Quiero compartirles las “perlas” musicales más bonitas de este tiempo: El 15 de marzo pude participar en el cumpleaños de Kike, un joven profesor de música que inspira a muchos jóvenes, además toca perfectamente el bajo eléctrico. Tocamos juntos de manera espontánea (yo con el acordeón), un inicio prometedor. El 26 de marzo fui al Dalberg-Gymnasium para hablar en las aulas de mi hijo peregrino Matthias, conté de mi trabajo en el Perú (traje cartas de alumnos peruanos para los alumnos alemanes, está naciendo un intercambio). Claro que llevé unos instrumentos y fue un placer cuando Matthias con su voz, “Kellox” (mi ex alumno del Moz, también profesor en el Dalberg) con su guitarra y yo, con el charango, tocamos „Marina” y la canción del “Último cowboy de Gütersloh“. El 27 de marzo escuché por primera vez el nuevo CD que grabamos con Roland el año pasado; Roland, durante los últimos meses, hizo la mezcla, y ahora el CD casi está listo, el resultado es fantástico. Espero que en breve tiempo ustedes puedan disfrutar estas „Impresiones del Perú“. El dinero de la venta lo van a recibir familias pobres de nuestra ciudad. El 29 de marzo, acompañé a mi amigo Siegfried a su colegio, el Wirsberg-Gymnasium de Würzburg; en dos aulas tocamos música, el profesor de inglés con una voz realmente excelente de Blues, Siegfried con la guitarra, yo con el acordeón. Al inicio de la siguiente clase vino el profesor y como nosotros todavía estábamos haciendo música, él también se puso a cantar „Blowing in the wind“; sólo después empezó con su clase de matemáticas. Durante la peregrinación hasta Asís (en la Semana Santa) cantamos casi todas las noches, una fiesta especial fue el Jueves Santo cuando cantamos con los amigos de Piccione, ¡increíble que potentes voces tienen estos italianos! Josef, el esposo de Rita, quien nos dio preciosas sugerencias en el camino, nos regaló también una hermosa canción: „Camino un día, camino un año, camino toda mi vida, siempre dirigiéndome hasta mi casa.” Un momento especial para mí fue el 8 de abril, el día de Pascua, cuando en la mañana toqué la guitarra como nunca, al momento nació una nueva Bossa Nova. Elisabeth, una joven peregrina, que también toca el arpa, se dejó inspirar y me pidió que le enseñara esta melodía. Así nosotros dos, junto a Norah con su cajón, hicimos una sesión de música, delante de la catedral de Monte. Elisabeth me escribió hace poco que esta canción ahora está entre sus preferidas. Es chistoso que yo ya no me acuerde de este tema, pero seguramente Elisabeth me lo va a recordar cuando nos encontremos un día. En los días en Monte (en la semana de Pascua) no cantamos con todo el grupo (como en la peregrinación), pero fue una gran alegría para mí poder escuchar a los tres chicos Lenny, Burkard y Christoph, que cantaban juntos la canción “Wir sind die Moorsoldaten”. De la misma manera me alegré cuando recién me enteré que Sylvia y Harry nuevamente tocan el clarinete como antes, y Ralf los acompaña con su acordeón. Parece que la peregrinación los inspiró.
El domingo, 15 de abril, fue la Primera Comunión de mi sobrina Franziska en Frammersbach. Fue una ceremonia perfectamente organizada, de parte del nuevo párroco Bernhard, quien supo integrar a todos los 31 niños. Un grupo con flautas, guitarras y percusión acompañó muy bien las canciones, yo (como siempre llevé mi flauta conmigo) participé también, acompañando la melodía con notas más altas, imitando a los pájaros del cielo (al igual que en la misa en Piccione, en la cual acompañé a Chiara y Linda, las dos chicas, que cantaron y tocaron casi como dos ángeles). En la noche del mismo domingo cantamos en nuestro hogar (mis tres hermanas son excelentes cantantes), recuerdos de los tiempos pasados, cuando cantábamos en la familia, se despertaron en mí. Fue una alegría ver que mi sobrino Christoph también es un buen músico, y ya ansío que él venga al Perú (en agosto y septiembre), junto con su chica Karina para hacer música y compartir la vida. El siguiente día, el 16 de abril, hice una visita de sorpresa en el colegio de mi primo Andi (él es el director). La secretaria me acompañó al salón donde Andi tuvo una clase de religión. Desde afuera escuchamos que estaba cantando una canción. Preparé mi flauta y, en un cierto momento, la secretaria abrió la puerta y yo terminé la canción con mi flauta. Andi, por la sorpresa, casi cayó de su silla; yo, por mi parte, intentando acercarme rápido a él, me entrelacé con la sandalia en la pata de una silla y caí en medio de los asustados alumnos que formaban un círculo. Me levanté y quise decir Normalmente no soy tan torpe, pero no pude pronunciar ninguna palabra porque tuve un ataque de risa. Cuando la situación estuvo más tranquila, cantamos juntos; en diez minutos los alumnos aprendieron hasta una canción en castellano. Un momento inolvidable para mí fue en el vuelo de regreso, el 20 de abril. Tuve mucho tiempo de espera en el aeropuerto de Madrid y lo utilicé tocando con mi nuevo mandolín una melodía irlandesa. Unas chicas italianas que pasaron se movieron con el ritmo de la canción y empezaron a bailar; así la música mueve el mundo.
El 8 de mayo fui al BCP y tuve que esperar bastante tiempo mi turno. Utilicé la espera para tocar un poco las castañuelas que tenía en mi mochila. La mujer que estaba sentada delante de mí, me dirigió la palabra, no para criticarme sino para ayudarme. Me explicó que se llama Zulma, es abogada, pero también da clases de baile y sabe tocar bien las castañuelas. Así me dio mi primera clase de este pequeño instrumento español. El 9 de mayo, en la mañana, me inspiré de algunas canciones alemanas de primavera. Luego tomé mi acordeón, bajé y toqué para mi cuñada Pilar, en el día de su cumpleaños, un vals de primavera. Subiendo pasé por el cuarto de mi hijo para ver si todavía dormía. José Patrick estaba ya despierto y me miró con asombro y curiosidad. Le toqué algo con el acordeón, luego llevé el instrumento a mi cuarto y volví a mi hijo. Lo encontré sentado en su cama, haciendo con sus brazos los movimientos del acordeón. De seguro él va a ser un gran músico, siguiendo las huellas de su papá. Poco a poco nosotros dos empezamos a hacer música, José Patrick hace la parte del percusionista, con el bombo, el chicken egg o dos tapas de olla. Con Alex (del estudio Amadeus) grabamos unas pistas para un nuevo CD con canciones cristianas de animación. Además participo con el trombón en las grabaciones de un grupo Reggae, en el cual Eddy también toca de vez en cuando con su saxofón. Las canciones en castellano que llevé a Alemania, poco a poco se están haciendo conocidas. Recién recibí la carta de Hubert, un ex colega del Moz quien me escribió: Por medio de estas canciones estoy descubriendo un mundo nuevo. Las escucho cuando es posible, además me ayudan para aprender el castellano. Así me preparo para nuestro viaje al Perú (previsto para agosto del 2007). Muchas gracias por este tu trabajo excelente.
Mi libro „Al final cuenta sólo el amor” va a salir en Alemania en estos días, y también va a salir, probablemente al final del mes de junio, en el Perú. William Guillén Padilla, un joven editor de Cajamarca, lo va a publicar. Quiero presentarlo por primera vez en Trujillo donde me conocen bastante, y luego venderlo en las librerías, el precio previsto está entre 10 y 15 soles, así que también la gente modesta puede comprárselo. Cuando, hace pocos días, fuimos a Cajamarca, nos alojamos en la casa de nuestros amigos Kathy y Segundo (ver: 9.10.2005). Pudimos conocer a un grupo de sacerdotes casados que, desde hace algunos años, se han unido a una iglesia cristiana que les parece más cercana a la Biblia; me contaron que en la Iglesia católica-romana no fueron más aceptados por su decisión.
Claro que subí otras veces a las montañas. Ya subí el cerro Cabras 23 veces, la última vez con Nuby, una joven amiga (ver 30.3.2006). Eso para Susana fue un problema serio y produjo una fuerte discusión y casi una crisis matrimonial. Una gran alegría para mí es que pude subir dos veces más el cerro Campana, el 1 de marzo junto con Thomas y Björn, dos ex voluntarios, el 17 de marzo con Félix, las dos veces tomamos el camino directo que es mucho más rápido y –a fin de cuentas– menos riesgoso que la ruta que tomamos la vez pasada (ver carta 14). El 6 de marzo, junto con Félix, subimos el cerro Moche. La subida es muy hermosa, pero al final hay un problema: no se puede pasar hasta la punta, porque allí hay una radio (del proyecto Chavimochic), que es protegida por un vigilante que tiene orden de disparar a las personas sin autorización que se acercan demasiado. Como Félix trabaja también en Chavimochic, pudimos pasar sin problemas. Julio Cesar, el vigilante (él trabaja 26 días, luego tiene 4 días de descanso) estaba muy contento de nuestra visita en su lugar solitario; compartimos nuestra comida con él y le regalé también un polo.
En cuanto a nuestra casa les puedo contar que ahora tenemos una ducha caliente, además en todos nuestros cuartos tenemos piso de cerámica lo que es mucho más hermoso y más limpio. Si comparo la casa con la de antes (el septiembre del 2005 me mudé), ahora parece un palacio, pero en comparación con las casas alemanas siempre vivimos bastante moderados. En cuanto a nuestro terreno en Zorritos, pasó algo sorprendente: el nuevo alcalde de Zorritos presiona a todos los dueños de terrenos en la playa para que construyan una casa. El motivo es que, delante de la costa zorriteña, recién encontraron grandes cantidades de petróleo y gas. Así Zorritos se vuelve cada vez más importante; por eso el alcalde quiere apoderarse de los terrenos que no están construidos para edificar hoteles y pensiones para los futuros turistas. En vista de esta nueva situación decidimos construir una pequeña casa en la playa. Don Pancho va a hacer eso (junto a Jaime, el ex dueño del terreno), ya tiene el dinero para comprar todos los materiales. Está previsto que, ya a mitad de junio, la casa estará lista para poder hacer la fiesta de despedida para Eddy, nuestro voluntario.
Quiero contarles de algunos encuentros especiales de los meses pasados: Una conversación en la cama con mi amigo e hijo peregrino Alex, en la mañana del 24 de marzo en Frammersbach (Alex vino al aeropuerto de Frankfurt para recogerme y me acompañó en los próximos días). Hablamos de todo, de nuestras mujeres, Susana y Janna, y de las mujeres en general, del amor y de la vida. Una amistad especial durante la peregrinación hasta Asís la tuve con mi hija peregrina Kathrin (que también pasó un año de voluntaria en el Perú, ver 16.1.2006) y con la pareja Andrea y Harry, a quienes casé en el año 1999. Un día Andrea dijo que, entre las cosas maravillosas de esta peregrinación, la más hermosa es poder verme a mí, en toda mi plena vitalidad. Nosotros cuatro, el 8 de abril, domingo de Pascua, almorzamos juntos en un buen restaurante romano, cerca del Coliseo. Un encuentro muy impresionante tuve con el párroco Don Marco de Cagli. Participamos en su misa, el 3 de abril, y su manera abierta y personal impresionó a todos los peregrinos. Después de la misa me acerqué a él para felicitarlo por eso. Conversamos un ratito y le conté también de mi nuevo camino. Al final del corto encuentro me abrazó y me deseó todo el bien. Con la misma cordialidad me saludó otro sacerdote, Edwin (Capellán de la cárcel de Würzburg) en una misa, el 24 de marzo, en ocasión del cumpleaños de mi amiga Margit. Después, tomando café, me preguntó, si no sufro mucho por no poder ejercer mi sacerdocio. Le respondí, después de haber pensado un poco: Sí, a veces sufro, por no poder celebrar misas y no poder distribuir los sacramentos. Pero, por otro lado, estoy contento de mi nueva vida, porque siento que puedo vivir mi misión sacerdotal, que es acompañar e inspirar a muchas personas como peregrino de amor, sobre todo con la música. Una gran alegría para mí es que, después de la peregrinación, pude empezar un intenso contacto por Email con Burkhard y Norah, dos jóvenes peregrinos.
El encuentro con Renate, la mamá de Eddy, que nos visitó en el Perú, fue muy bonito; ella es una mujer maravillosa, muy activa, creativa y llena de vida. Una experiencia particularmente hermosa fue para mí, cuando regresé de Europa (después de 36 (!) horas de viaje): mi hijo corrió a mi encuentro (antes de mi viaje todavía no sabía caminar solo), me extendió sus brazos para que lo cargara, luego me miró con atención y rió de alegría. José Patrick es una persona maravillosa, con una cara muy abierta que busca siempre la comunicación con los demás; mi hijo encanta a todos, especialmente a las chicas. Desde mi regreso de Alemania busca siempre mi cercanía, parece que me extrañó muchísimo. Pero, de todas maneras, la que más me extrañó, fue mi esposa Susana quien, el 13 de marzo, cumplió ya 35 años. Desde esta fecha puedo decir que tenemos la misma edad, porque yo también tengo esas dos cifras (lastimosamente al revés). Este chiste no va a ser posible, después del 11 de julio, día de mi 54avo cumpleaños. Nuestro amor sigue creciendo. Claro que, a veces, tenemos problemas, porque Susana se pone demasiado celosa si miro descaradamente a las chicas hermosas o si abrazo a mis amigas con demasiado cariño. Amadeus siempre va a ser un peregrino de amor que ama su libertad y no se deja atar con esposas. Pero le digo siempre a mi tesoro más grande que puede confiar en mí, ya que tomé una clara decisión por ella y, por eso, libremente he elegido llevar esta esposa.
Y ahora una noticia especial: algunos de ustedes ya saben que, desde mi regreso de Alemania, empezamos a trabajar en el proyecto: “nuestro segundo hijo” (si Dios quiere, será una niña). El 29 de mayo, fuimos al ginecólogo y él nos dijo que al parecer Susana está embarazada. El 30 de mayo, ella hizo la prueba y de hecho: está esperando un bebé. Así –en la noche de este día, en nuestro restaurante preferido, el “Celis”– pudimos festejar no sólo los primeros 18 meses de nuestro matrimonio, sino también la llegada de nuestro segundo hijo.
Ustedes saben que no escribo sólo de mis éxitos, sino también de mis fracasos y limitaciones. Quiero contarles una experiencia importante en este sentido: Mi mamá me había puesto a disposición su carro en las semanas en que estuve en Alemania. Había acordado con mi cuñado Gerhard que –antes de viajar a Italia, el 31 de marzo– llevaría el carro a Kürnach delante de su casa paternal. Para mí este acuerdo no fue una necesidad absoluta porque pensé que mi mamá había dado una segunda llave a Gerhard para recoger el carro en cualquier lugar. Como para mí fue un poco molestoso llevar el carro a Kürnach, lo dejé en Leinach, desde donde partimos hacia Italia, en la madrugada del 1 de abril. Llegado a Italia llamé a Alemania para comunicar el lugar donde dejé el carro. Mi cuñado recibió esta noticia con retraso, además no tenía una segunda llave. Así fue muy complicado recoger el carro que mi mamá necesitaba. Claro que mi familia alemana –en particular Gerhard– estuvieron muy enojados de esta mi irresponsabilidad. Como, en los últimos tiempos, me acontecieron unas situaciones parecidas, tengo que aclarar para mí, si un acuerdo que hago, es un deber absoluto o es algo que puedo cambiar. Si es un deber, tengo que cumplirlo de todas maneras, no sólo para no desilusionar a los demás, sino también para mí mismo, porque considero que es muy importante ser una persona confiable.

Les deseo buenos caminos bajo la bendición de Dios.

Wolfgang Amadeus.

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